sábado, 4 de julio de 2009

Crónicas del frío - Parte I

En el carmen somos, sin otra opción, hijos de las montañas. Hace frío. A veces mucho, a veces no tanto, pero lo suficiente para escuchar cómo se chocan los dientes en un solo titiriteo cuando la madrugada se hace fuerte o la lluvia trae granizo.

Hay un recuerdo que compartimos muchos carmeños, en lo que podría considerarse uno de nuestros primeros encuentros con el frío: Cuando los calentadores de agua no se usaban, o eran demasiado caros como para tener uno en casa, las madres carmeñas solian bañar a sus hijos pequeños poniendolos cara a cara con un chorro inmenso y helado que brotaba de las tuberías, muchos hijos lloraban, muchos se limitaban a respirar agitadamente, pero al final una toalla siempre los recibía de brazos abiertos.

Y las madres carmeñas que nunca han sido tan crueles sabian cómo calentar a sus hijos. Era normal que en el soleado medio día los pequeños salieran al frente de sus casas aferrados a una toalla como si fueran a caerse del temblor que produce el frío. Todos se miraban de casa a casa y de acera a acera, pero no querían hablarse, era necesario esperar otro ratico... hasta que se les quemaran los cachetes.

The coldness chronicles - Part I

In El Carmen, we are, without any other option, children of the mountains. It is Cold. Sometimes so cold enough to make teeth tremble when the early morning becomes strong or the rain brings hail.

There´s a particular memorie that we all "carmenians" share in what could be called "Our first cold encounter": When the water heaters were not used or were simply not affordable, the "carmenian" mothers used to dip their children confronting them with a huge water stream that emerged from the pipes. Many children used to cry, others just breathe fastly, but at the end there was always a big towel that received them with open arms.

And "carmenian" mothers that never have been that cruel knew how to heat their children. It was normal that, in a sunny day, the little ones left to the front of their houses clinging to their towel like they were going to fall because of the coldness tremble. They all stared each other, and sidewalk to sidewalk. But no word was going to be pronounced, it was necessary to wait a little more... until the cheeks got burned.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola yo aunque casi no he vivido en el Carmen nací allí, en este mágico pueblito, lleno de color y de pintura, de loza y de teatro, de musica y de parranda. en ese pequeño lugar en el que todos se conocen con todos y que durante las fiestas, todo el mundo dice "vamos pues pa`la plaza", en ese pequeño lugar donde lo que predomina es la calidez y el empuje de las personas. yo soy carmeña y amo a mi lindo pueblito

Caligula dijo...

Recuerdo cuando fui por primera vez al Carmen hace ya mucho tiempo. Tendría unos 6 ó 7 años y me llevaron en un paseo familiar. Un tio que era quien conducía, iba contando historias tétricas sobre el pueblo y sus mujeres, según él despiadadas con los hombres a los que mantenían encerrados y torturados, advirtiéndome el peligro que correría si alguna de ellas me llegaba a coger.
Al llegar vi un pueblo muy bonito pero lleno de mujeres y con uno que otro hombre (siempre con alguna explicación por parte de mi tio Diego sobre el porqué no lo tenían encerrado). Recuerdo que compraron vajillas y algunos artículos en cerámica y que muerto de miedo no me separé de la mano de mi tio mientras caminábamos por el pueblo.
Cuando alguna vez regresé, ya adulto, me llamó la atención la abundancia de mujeres y sus bellos cachetes encendidos y recordé aquel viaje de infancia.
Hoy estaría dispuesto a dejarme encerrar y torturar por alguna hermosa carmeña.

Antigonum Cajan dijo...

Ese frio sigue? Y la primavera? Se ha perdido?