miércoles, 3 de febrero de 2010

Las de El Carmen somos brujas…


La profesión la llevaba por dentro. Aunque no nací en El Carmen, ni crecí en él por la situación de exilio de mis padres en las planicies fértiles, la profesión comenzó a salírseme a los 16 años.

Pocos años antes una de mis primas carmeñas me había dicho que las de Rionegro odiaban a las de El Carmen porque se quedaban con todo los hombres de su pueblo, porque eran brujas.

Yo cometeré un sacrilegio brujístico pero les contaré los encantamientos y hechizos que comencé a hacer en El Carmen a mis 16 años, durante mis vacaciones de final de colegio, las más largas de mi vida, las últimas antes de entrar a la universidad, las primeras como bruja.

El aquelarre lo componíamos tres, otra prima carmeña, una amiga carmeña y yo (una incipiente carmeña). Teníamos sujetos identificados para los encantamientos, que para fortuna de las rionegreñas, no eran de su pueblo. Los encantamientos eran sencillos pero poderosos: en un cigarrillo, se escribía el nombre del objeto del afecto o deseo, se pensaba fuertemente en él y se fumaba. Creo que este era el encantamiento más fuerte, al encontrarse después con el hombre fumado, este parecía extasiado con nuestra presencia, tal vez algún efecto de la nicotina.

El del cigarro tenía una variación con mayor avaricia: al lado del nombre del sujeto de aspiración, se escribían 3 deseos relacionados con él. En esta alternativa había que hacer gala de una capacidad de escritura en cigarro fina y precisa, no fuera que los deseos no lograran entrar en el delgado pitillo.

Los demás encantamientos, solo fueron mencionados en nuestras reuniones, nunca practicados, pues eran cosas que a pesar de nuestra devoción a los objetos de nuestra brujería adolescente, nunca fuimos capaces de hacer; ahora pienso que en El Carmen: pueblo católico, apostólico y romano, las brujas consideramos que la magia de esos niveles tal vez pueda ofender a mi Dios.

Nunca incursionamos en la visita nocturna al cementerio el viernes santo y vimos con mucha curiosidad y respeto un libro de magia negra que tenía un amigo nuestro. Desde ahí entendí también que en El Carmen no solo éramos brujas sino también que habían brujos… algunos cariñosamente nos llaman el pueblo de los brujitos.

En El Carmen me leyeron por primera vez en mi vida el cigarrillo y el tarot, y mi madre Julieta del Carmen, una mañana mientras yo dormía, hablando con alguien que no estaba en la casa decía: Ella también! Ella también. Mientras yo despertaba y pensaba que lo que hacía era afirmar que yo también era bruja como ella.

sábado, 4 de julio de 2009

Crónicas del frío - Parte I

En el carmen somos, sin otra opción, hijos de las montañas. Hace frío. A veces mucho, a veces no tanto, pero lo suficiente para escuchar cómo se chocan los dientes en un solo titiriteo cuando la madrugada se hace fuerte o la lluvia trae granizo.

Hay un recuerdo que compartimos muchos carmeños, en lo que podría considerarse uno de nuestros primeros encuentros con el frío: Cuando los calentadores de agua no se usaban, o eran demasiado caros como para tener uno en casa, las madres carmeñas solian bañar a sus hijos pequeños poniendolos cara a cara con un chorro inmenso y helado que brotaba de las tuberías, muchos hijos lloraban, muchos se limitaban a respirar agitadamente, pero al final una toalla siempre los recibía de brazos abiertos.

Y las madres carmeñas que nunca han sido tan crueles sabian cómo calentar a sus hijos. Era normal que en el soleado medio día los pequeños salieran al frente de sus casas aferrados a una toalla como si fueran a caerse del temblor que produce el frío. Todos se miraban de casa a casa y de acera a acera, pero no querían hablarse, era necesario esperar otro ratico... hasta que se les quemaran los cachetes.

The coldness chronicles - Part I

In El Carmen, we are, without any other option, children of the mountains. It is Cold. Sometimes so cold enough to make teeth tremble when the early morning becomes strong or the rain brings hail.

There´s a particular memorie that we all "carmenians" share in what could be called "Our first cold encounter": When the water heaters were not used or were simply not affordable, the "carmenian" mothers used to dip their children confronting them with a huge water stream that emerged from the pipes. Many children used to cry, others just breathe fastly, but at the end there was always a big towel that received them with open arms.

And "carmenian" mothers that never have been that cruel knew how to heat their children. It was normal that, in a sunny day, the little ones left to the front of their houses clinging to their towel like they were going to fall because of the coldness tremble. They all stared each other, and sidewalk to sidewalk. But no word was going to be pronounced, it was necessary to wait a little more... until the cheeks got burned.

domingo, 28 de junio de 2009

El padre de la Viborah

Siempre pensé que mi papá había nacido en Rionegro, un municipio cercano a nuestro Carmen, la incipiente segunda ciudad más importante de Antioquia, la ciudad de la que El Carmen dicen es un barrio, el pueblo donde se firmó la Constitución Liberal de 1863.

Mi madre burlona, cuando el tema del origen de mi padre salía en nuestras conversaciones, decía: "Usted nació fue en Guarinó".

Nunca entendí la gracia de la frase de mi madre, sólo se que es una vereda alejada del casco urbano del Carmen.

Crecí con la duda existencial del origen de mi padre: Rionegro o Guarinó, y me inclinaba más por creerle a éste que a mi madre, quien al final no estaría tan equivocada. Mi papá, don Romeo Montesco si había nacido en El Carmen, y bueno, también era de Rionegro: Nació en Quirama, en El Carmen, cerca a San Antonio de Pereyra y lo bautizaron en la iglesia de Rionegro.

De su casa de infancia solo queda el testimonio de unas tapias que se resisten a la idea limítrofe de ser del Carmen o de Rionegro... una casa que los vecinos han optado por convertir en su insigne basurero y que, quien sabe qué, debido a unos espíritus trashumantes, alguna mano debió ahuyentar escribiendo frases en sus paredes.





I always though that my father was born in Rionegro, a town close to our Carmen, the incipient second largest city of Antioquia, the city some people say El Carmen is a neighborhood of. The town where the liberal 1863 constitution was signed.

My mother, mocking, when the topic of my father´s origins was raised up in our conversations said: "You were born in Guarinó". I never understood how funny that sentence was, I only know that was a really far place from the urban area of the town.

I grew up with the existencial doubt of my father´s origin: Rionegro or Guarinó? And i was more confident with my father´s than my mother´s version, who won´t be in a mistake at the end. My father, Mister Romeo Montague, did born in El Carmen, and well, he was also from Rionegro: He was born in Quirama near to San Antonio de Pereyra and was baptized in Rionegro´s church.

From his house only remains the testimony of some soil-made walls that resist to the bordering idea of being from El Carmen or Rionegro... A house that neighbourgs have decided to turn on their distinguished dump, and who knows what, that because of some wandering spirits, any hand had to frighten off writing words in its walls.

Con todo respeto

No se cual es su nombre... es decir su verdadero nombre y apellido, pero todo el mundo en El Carmen lo conoce como Mambo. Nuestra entrada de hoy no tiene el animo de burlarnos de Mambo, o Don Mambo, como el otro dia lo denomine al preguntar a alguien por su verdadero nombre.
Don Mambo es alguien que en todas las fiestas de nuestro pueblo, donde haya musica y tarimas, se baila todas las canciones, y siempre con un estilo muy particular. Por eso... Que rico el Mambo! Ahhh, Ug! (Párrafo escrito por Viborah)

I have always felt fascinated by the variety of people that live in El Carmen. This is an example: During a celebration promoted by the Culture Institute, an excellent pop group began playing a Juanes' song and, I dont know where from, an interesting man began dancing with a particular style. I asked for his name but nobody knew it. They only knew him by his nickname and this was as particular as himself. They called him: "Don Mambo" (Mister Mambo) and in the video there's a sample of his dancing. (Translation by diegomez)


viernes, 11 de julio de 2008

Montescos y Capuletos del Carmen

Ya les había hablado de mi concepción, imaginada en una Semana Santa carmeña, fiesta sacra, necrofílica y abstemia; muy bien guardada por los católicos a ultranza de los que sospecha uno está plagado El Carmen.

Ahora quisiera contarles que mi nombre completo es Viborah Montesco Capuleto. Es raro, casi imposible, pensar que finalmente estas dos familias vinieran a unirse en un pueblo antioqueño.

Nunca he leído la narración hecha por Shakespeare, pero se que los Montescos del Carmen, de los cuales desciendo, eran unos liberales (de partido, y tal vez un tanto de pensamiento), artesanos (aunque también cultivaron la tierra), un tanto errantes, vagabundos, prolíficos en su estirpe, y venidos a menos económicamente por un embauco de abogado tramposo que se apropió de la finca de los tres climas (frío, templado y caliente), de la cantidad inimaginada de plazas, la finca del abuelo quien a pesar de que posara descalzo en las fotos, sabía leer y escribir a la perfección y llevaba una especie de diario en el que registraba el nacimiento de cada uno de sus hijos y los padrinos de su bautismo (pues aunque fueran muy liberales todos sus hijos eran católicos y bautizados)

Los Capuleto por su parte creo que existen en El Carmen desde que El Carmen existe. El primero en llegar fue un cura, luego tal vez un maestro (muchos de los Capuleto fueron o son maestros, incluida mi madre, Julieta), y se asentaron en los campos y cultivaron la tierra, con dedicación y constancia. Católicos, defensores de la familia y en su caso, de la pequeña propiedad privada. Mucho más prolíficos en su estirpe que los Montesco, y también mucho más celosos de las mezclas de su sangre.

El odio se originó en unos linderos, luego pasó a la muerte de unos animales y posteriormente a la muerte de unas personas (no se que tanto influyeron los colores azul o rojo). Tal vez por ello, mis padres, aquejados por el amor, en vez de suicidarse como lo sostiene el escritor inglés, corrieron a refugiarse en la planicie, en la amplitud donde no pudieran ser encontrados. Allí nací yo, conjugando esos dos apellidos que alguna vez derramaron su sangre mutuamente.

Epílogo
Aún los Capuleto siguen unidos a través de su patriarca, preconizando el amor a Dios, a la familia y al presidente Uribe y casi todos en El Carmen. Los Montesco por su parte, se dispersan, crean miembros de su estirpe que no se conocen unos con otros, no van tanto a misa, pero paradójicamente también votan por Uribe…

jueves, 12 de junio de 2008

wi espik inglis

Un "Outlet" con acento paisa. En la calle de la cerámica.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Sobre Ruedas.


Carmeño que se respete ha tenido, tiene o tendrá bicicleta. Yo tuve muchas: La primera me la trajo el niño Dios y me asusté bastante cuando la vi tapada con una sábana la noche de navidad. Pensé que era un fantasma. Bromas que le juegan a uno los papás.

Mi primera bicicleta era de contrapedal, no tenía frenos en las manos, era ideal para frenar en seco y hacer resbalones como en las películas. El problema era cuando se la caía la cadena. En ese caso no frenaba, pero también era ideal para terminar dando vueltas en el piso y rasparse por todos lados... como en las películas.

El colegio me quedaba a 10 minutos de camino, pero cuando dormía más de la cuenta iba en bicicleta. El problema de ir en bicicleta al colegio no era el viaje, era parquearla. No había dónde. Hubiera sido feliz el rector de mi colegio si en aquellos días existiera el pico y placa. Pero no, no había pico y placa, en cambio, había una montaña de ruedas una sobre la otra. Juré mucho tiempo no volver temprano a clase luego de que algún día mi consentida maquinita terminó aplastada, con la pintura dañada y un pedal suelto. No era buena idea ser la base de semejante montaña.

En aquellos días escolares, quien llegaba en bicicleta al colegio, se convertía en el chofer seguro de sus compañeros a la salida. Se conoce una leyenda en la que un muchacho de sexto grado llevó cuatro personas en la suya hasta el parque. Uno en el eje de la rueda trasera, otro en la baranda del cuadro, otro en el eje de la rueda delantera y otro sentado en el manubrio. Lo que no muchos saben es que el bicitaxista de esta leyenda no podía dar pedal porque tanto pasajero no se lo permitía, afortunadamente la ruta iba en bajada, desafortunadamente la bicicleta era de contrapedal.

Así como en tiempos pasados siempre había donde amarrar los caballos, en el carmen, por todos lados hay donde parquear las bicicletas. Los carmeños son expertos en andar con bicicletas en contravía, en reparar sillines dañados, en pegarse a los carrocaballos en la marcha, en pedalear y abrazar la novia que va caminando, en ir de ciclopaseo hasta Rionegro los fines de semana, en poner las cadenas cuando se salen del piñon (Sobre todo de las bicicletas contrapedal), en llevar el mercado sobre el manubrio; hasta de viajar manicruzados son capaces estos paisanos que viven en este mundo "sobre ruedas".

*La foto es de un letrero a la entrada del pasaje San Francisco.